martes, 25 de noviembre de 2008

Qui prodest ?



¿ A quién le beneficia?


La forma más cínica y racional de encarar los acontecimientos hechos intencionadamente por la humanidad.


La aplicación de esta norma, que se escribe en latín, como "Cogito ergo sum", o "Mater tua mala putra est", proviene directamente de la aplicación de la teoría de la conspiración.
La duda es hasta donde podemos llegar con ello, ya que el que algo le beneficie a alguien no significa que fuera lo bastante brillante para provocarlo, e incluso puede que a unos conspiradores malos malísimos les salga algo bien de chiripa. Recordemos que en nuestro curioso y

Podría ocurrir, incluso, en términos de Baltasar Gracián (autor de uno de los mejores "Manuales pa tó": "El arte de la prudencia") lo siguiente:
"que alguien no actúe de primera intención, ni de segunda (opuesta a su beneficio), para encubrir la primera duda, o de tercera..."
Y así sucesivamente (cuanto más lo desarrolles mas listo eres), mientras la intención aplicada sea impar (las que le favorecen), ya que sinó puede que se siga siendo astuto y prudente, pero se sería gilipollas.


Además no siempre estamos regidos por la lógica.

Unas veces esto ocurre por desconfianza innata: - "No hagas esto que es malo pa ti" - "Quibrín Hijipiti, tueres iluminati de la Sía. Pues ahora leago y tijidis" y, naturalmente, directo al foso, eso si, mientras la Sía se estaba tomando el café con Darth Vader.

Otras veces nuestros deseos son bastante estúpidos y nos sacan de la lógica. A saber:

- Querer tener una persona o cosa pero que no la tenga nadie más (principio de la rareza).
- Querer tener la razón aunque sea en detrimento del bien propio. (-¿Ves como esto corta?-Imbécil)
- Querer mandar aunque sea para destruir lo que queremos que se construya. (Hasta la victoria, siempre. PUM. Uno menos)
- Querer progresar (dije borracho en un bar). Y de resaca, a trabajar.
- Querer ser comprendido, nunca querer comprender. (Si yo fuera rico y poderoso cuantas cosas buenas para todo el mundo en general haría)
- Querer estar por encima de las circunstancias (El gobierno hace bla bla bla, la oposición no hace bla bla bla, la democracia bla bla bla, yo haría bli bli)
- En resumen, tanto querer y tan poco merecer, que es lo que hace sacar pecho y realzar los pectorales o los pechos.


El gran instrumento que jamás nadie quiso ser

Recordaré algo utilizado por el poder que nunca nadie querría ser. El profeta más famoso para muchos de los que ahora viven, que saltó a la fama por ser ejecutado.
En fin, quizá recibiera una pizca de ayuda de la gran conspiración instrumental de las masas, que lo sacó a la venta como un mago sagrado, temible por su arbitrariedad superior, pero campechano. Ideal, idolatrable porque sinó te mato (de amor y bla bla) y sin el menor rasgo de sentido del humor. Además de ensanchadado hasta la imposibilidad de existir, convertido en superior e inhumano mezclado entre humanos, autor del primer beso de la muerte mafioso; en fin, todo aquello en lo que alguien importante podría querer convertirse para realizarse.

Este desvío que os marco no es sinó el inicio de una nueva conjetura.
La existencia de un profeta, caudillo, representante principal ¿A quien beneficia? ¿Al objeto de odio o obediencia ciega ante el que no nos detendremos hasta poder edificarle un panteón para homenajear o mear su cadáver putrefacto de Dios de compost?. ¿Quién desea que sus palabras dejen de ser una opinión luminosa, llena de razones frescas, y que se vuelva una espada de revolución, una viaje de pastoreo que conduce al matadero. Verborrea que sangrará tinta negra sin parar jamás, en lugar de la sangre roja que se apostilla y cura heridas.

No me autocontestaré metiéndome con el poder. Todo bicho listo hace rebaño para mueran sólo unos pocos cuando viene el lobo. Los poderosos son los pastores y quieren lana. De todas formas yo soy y seré el abogado del diablo, ya que, como sabeis, no es ilegítimo ser abogado de un criminal, y el culpable que se puede salvar siempre paga mejor.


¿Quienes serán los primeros borregos que morirán cuando en medio del monte al pastor le lleguen los retortijones del hambre?
¿Que harán los otros borregos? ¿Una revolución borreguil? ¿Nada?
Le rezarán, todos juntos, al borrego Dios de los borregos. Implorarán, formando una mancha blanca colectiva con algunas motas negras, preguntando por qué les guía alguien que los mataría por comer y por qué los matará el lobo si se separan.


Yo me pregunto a quién benefician las borregas plegarias de los borregos.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Decálogo maquiavélico sobre el liderazgo




Respetar los vicios de los demás

No se suele necesitar que se acepten las virtudes de uno, mientras que los sonrojantes vicios y necesidades que tenemos son duros de sobrellevar. No suele ser práctico intentar cambiar a la gente para bien en esos términos, es algo muy anglosajón y que hace sentirse incómoda a la persona. Es deseable para alguien ser aceptado, incluso siendo un vicioso sexual que necesita ser felado constantemente, como una persona romántica y que necesita una relación aromática, hormonal y platónica tanto como una droga. Aún válido en el caso de que a la persona no se le vaya a proporcionar ninguna satisfacción, por la comodidad y paz con sus pasiones que le reportará.


La persona aspira a merecer atención incluso por encima de recibirla.
A nadie le interesará un trabajo estúpido, banal y efectista para obtener un reconocimiento igualmente desapasionado o un envenenado halago que no está dispuesto a tragar. Sobre todo si se sabe que se tiene al alcance de uno mismo un merecimiento mayor. Es una causa frecuentísima de frustación para todos, que nos regimos sabiamente por la ley del mínimo esfuerzo pasando esto por alto.

La persona quiere más ser incitada al deseo que al objetivo.

Nadie recuerda demasiado las satisfacciones recibidas, como página pasada que son, pero aquellas cosas que uno desea son grandes y lúbricos ocupadores de espacio personal. Desde luego más bienes o bonos cuesta el tener que el desear, pero ni por asomo proporciona el tener las emociones del deseo. Hay que proporcionar a la persona algo que poder desear hasta un punto masturbatorio.

Toda acción de liderazgo sobre una persona le remite en algún sentido a la infancia y sus progenitores.

Al no ser la persona ya un infante, le compensaremos la infancia. Daremos el no al que recibió el si de pequeño y no pudo fortalecerse, y el si al que recibió el no y se sintió frustrado.
Sin embargo, no siempre será necesario un enfoque compensatorio, sino más bien en la proporción en que trate de un sujeto con una experiencia de infancia truncada o traumática.
Esto son convecciones operativas sin contenido que nada tendrán que ver con lo que luego haremos hacer a la persona. Sin embargo convendrá tenerlas en cuenta.

Ante un trabajo que debe hacer un subordinado. Se debe ayudar a hacer las cosas más inmorales y rastreras que es necesario que la persona haga en detrimento que las cosas edificantes y que cuestan mucho trabajo pero a la persona le gustaría conseguir hacer.
Para mandar en una persona es muy útil mandar en su moral, como bien saben líderes de todas las religiones.

Por último, un claro ejemplo.
En lugar de criticar el hecho de que el decálogo que se me ha proporcionado es amoral y no llega a los diez puntos necesarios para poder llamarse decálogo, lo aceptaré tal cual y lo usaré en mi favor si es posible, acción que, aún siendo la mejor para mi, no pensaba llevar a cabo, ya que me disponía a perder mi valioso tiempo insultando al autor, algo que hará que él me odie más que si me aprovecho de él por lo que me proporciona. (es curioso, pero para qué negarlo).