martes, 27 de enero de 2009

Ganando pasta: "Jóvenes emprendedores locales venden cosas ilegales"


Que el culto por los estados alterados es algo aún más real y vivo que el culto al poder que supone el hecho religioso es algo que no solo es evidente, sino que ya además está justificado y explicado de sobra en anteriores capítulos.

Es natural que jóvenes y atrevidos emprendedores quieran juntar sus grandes pasiones. A saber, viajar sin moverse del lugar y hacer alarde de tener mucho dinero negro encima que sólo vale para comprar chorradas, porque como se entere el fisco la jodimos.

Que puede más querer alguien para realizarse que hacer de su gran afición su profesión. Pero no nos engañemos, porque los inicios no son fáciles. Nos podemos imaginar a alguien curtido y desarrollado en su profesión de vender sensaciones como al creador de una productiva empresa contando la historia de como cobró su primer cheque con esfuerzo y sacrificio. Sólo que alzando una especie de supositorio marrón envuelto en plástico de envolver que nunca deberías tocar sin preguntar si ha sido lavado. Un trofeo a la constancia y los duros inicios.

Cualquier estudio serio lo diría. Hay una enorme demanda de drogas en el mercado. Y bien, el hecho de que sea un producto "I" (Iporn, Ifuck, Ipone, Ilegal... ) es un detalle que únicamente marca unas circunstancias concretas de negocio, como que no hay una cotización oficial o que no hay una normativa de calidad más allá de "Charli el del álamo pardo lo vende to mu güeno". Por otra parte no es un negocio tan diferente de los otros.
Porque en los negocios tienes desde al fisco, competencia extranjera, etc... detrás de ti; y en la venta de paraisos artificiales tienes una panda de supuestos compañeros de trabajo y supervisores que te mandarán detrás a los pitufos maquineros como metas la pezuña en el hoyo que no la has de meter. En fin, tanto monta, monta tonto.

Pero hay otros problemas particulares. Los tienes si eres como un distribuidor de bombones goloso obeso mórbido. Cosa fácil si realmente te apasionan los bombones. Acabarás entregando cajitas de bombones por la mitad con tus manos infladas sudorosas, pringositas y blanditas. Lo que probablemente te traerá problemas.
Además debes recordar que nunca deberás meterte con el Willy Wonka de turno (dueño de la fábrica de chocolate), por que ya sabes, queriendo crecer, con la Nezlé hemos topado.

Poniéndonos un poco más serios. Voy a daros unos consejos de la moral de todo a 100 de papi. (Antes de que me cierren el blog por decir que lo ilegal mola, cosa que siempre mola de decir porque me hace sentir muy alternativo).

Si te estás pensando en convertir tu hobby en profesión. No te juegues tu mierda de vida como don nadie que ni pa yonqui crápula se apaña por explotar a pijos con pelas que desprecian sus neuronas incluso más que tú tu ojete cuando lleves tres semanas de preventivo. Cuando empieces a ir por ahí fardando con tu coche guapeado, digno de una especie de "Pininfariña" pero en "Pako Clabé", incluso a alguien honrado, solvente, y que le importa tu vida tres cojones le entrarían ganas de darte tururú.
Y bueno, esto es como los negocios legales. Sólo que, cuando intentas atacar al pastel que se tienen montado cuatro amiguetes que cortan el bacalao; no te vacilan, te curten, despluman y te hunden.

Te vacilan, te curten, te despluman, te hunden y te hechan masa por encima antes que pase alguien cerca de la obra donde has quedado con ellos.

martes, 6 de enero de 2009

Serie ganado pasta

Voy a hacer una lista de lo que van a ser las próximas entradas.

Nada de esto está aún escrito, por lo que son promesas vagas de todo a 100 con estúpidas pilas de botón de poca duración y absurdos leds parpadeantes de colores, que producen vergüenza ajena.


Ganado pasta: "Jóvenes emprendedores locales venden cosas ilegales"

Ganando pasta: "Nacionalismos: venta de patrias para las masas racistas"

Ganando pasta: "Ecología: más verde que la marihuana y más conservador que la iglesia"

Ganando pasta: "Vende bien tu moral y tu vergüenza fingiendo que te cuesta"

Ganando pasta: "Sistema fiduciario. No quiero tu dinero, lo imprimo yo."

Ganando pasta: "Internet: Anoche soñé que tenía un producto tangible"

Ganando pasta: "Política: Que bonito y justo sería el mundo si yo mandara en todo en general"

Ganando pasta: "Trabajar y fabricar algo era demasiado fácil"

lunes, 5 de enero de 2009

Calimocho dream



Mi bebida estaba caliente. El sabor obsceno del vino sin uvas estaba disuelto en caramelo con un gas carbónico cuya solubilidad
se perdía a medida que aumentaba la temperatura, dejando progresivamente solos en mi gran vaso los taninos bastardos con la glucosa y la mezcla
patentada de ácidos que le daban sabor.

Mientras mi sentidos se relajan, puedo sentir como el alcohol etílico fluye por mis vasos y me deshidrata, anestesiándome. Siento como las trazas de metanol
me amenazan con mareos y resacas.

El morado del calimocho es un color que aprecias cuando cae. Cuando delata al borracho de poco presupuesto al escapar de él por donde le entró, o cuando
faltas a tu promesa sagrada de no derramar la bebida. El calimocho fluye entonces por las ranuras rectas y regulares de los adoquines de la acera, donde se asemeja un
poco a la versión digitalizada de las venas rojas de tus ojos de mañana al mediodía.

Los secretos del alma se van haciendo ridículos y el agua de tu cuerpo deserta, osmotizada por tus riñones, entre esquinas y coches, en cortos ciclos de vejiga.
Mañana te preguntarás de donde vino esa sensación de seco desierto.

El calimocho es un trago largo y de meón. El hielo es un lujo temporal. Las pajas que se juntan para mayor caudal son una dosis de ergonomía.
El concentrado de mora es un maquillaje para el caldorro plebeyo.
Ella se viste de fiesta en un vaso de cristal.
Ella se hace viajera en un vaso de cartón publicitario.
Ella me abandona cuando el vaso se cae.
Ella vuelve a mi cuando yo compro un vaso de calimocho.

El proyecto del calimocho se lleva en la barriga mientras se espera al milagro de la vida.
Cuando yo me lo bebo, la lluvia que cae sobre las vides en primavera se materializa de nuevo entre los coches y esquinas de mi ciudad. Morado estoy por el
morado color que yo le retengo.

Ca-li-mo-cho
La boca emprende un viaje de cuatro pasos, abriéndose bruscamente, lamiendo la punta del paladar, mandando un beso y acabando con un obsceno escupitajo.

El calimocho no te impresiona con argumentos. No te bebe con sutiles sabores. No mete espíritus en tu estómago.
El calimocho es el sucio amante mendigo.