jueves, 11 de agosto de 2011

Dios no es una franquicia

Ahora es tiempo de hablar con poco respeto de las religiones tradicionales.
Ahora se ha roto la veda. Porque ahora la expulsión más que una condena al aislamiento y el ostracismo es un premio al apasiondo librepensador; por tanto no se aplica tanto.
No se trata de defender con pasión religiosa el ateismo. Ni de buscar pareja para pelea de bar.
Se trata de una de esas cosas de las que nunca hablamos y todos en realidad sabemos.

No puede un hombre con dos manos, dos piernas, aliento húmedo y cuya vida se extingue venir a hablarnos en nombre de Dios. Un ente abstracto cuya idea es innata al hombre, pero que sin ser sometido a adoctrinamiento tendría un nivel de concreción similar al de tu alma si te pidieran que la dibujaras.

Es una idea íntima. Como estar enamorado, porque no estás enamorado con alguien sino de alguien. Tampoco es una droga, por que no es una sustancia, es una idea, y es íntima.

Vemos que aquello a lo que apela la religión es a una cohesión social y a un esquema piramidal de orden.
Carl Sagan veía que un hombre sin religión es como un pez sin bicicleta. Él, no obstante, tenía algo en lo que creer y unas razones que le llevaban a querer convencer. Era una pescadilla que se mordía la cola, bicicleta no pero comida si.

Todas las superestrellas tienen un origen común en el ansia y la fascinación popular por convertir en un Dios a un pequeño hombre, de manera que solamente sea esa fascinación la que lo alimenta y mueve.
Si nuestro héroe del rock es un drogadicto maltratado y fornicado que sufre, está solo y nos fascina, nuestro monstruo es un representante de una característica personal del hombre, aquel que mira al cielo y quiere comprender, delante del hombre mismo. Además también está solo y nos fascina. Le atribuimos una piedad sin  límites. Le atribuimos milagros inmensamente menos heroicos que el querer comprender la matería, la electricidad, la vida, al hombre y su moral.

No se adonde quiero llegar con esto, como el viejo debate teológico mismo, que tampoco lo sabe. Así que rápidamente concluyo con algo que realmente pienso.

- Quiere comprender.
- No hagas de un hombre un misterio ni un totem.
- Dios existe, no está en un templo, naturalmente no necesita tu dinero ni necesita que creas en él. Puedes vivir como si no existiera, no es una novia celosa. No obstante debes tenerlo en cuenta cuando estés trabajando y quieras crear el orden desde el caos, porque si quieres hacer algo divino tendrás que creer en algo, y más vale que no sea en un club.


miércoles, 3 de agosto de 2011

La vaca que lo sabía todo. un relato bostapunk

La vaca que lo sabía todo

Se que mi vida es una mierda. No puedo evitarlo ni mirar hacia otro lado.
Cuando siento que estoy encerrado en una caja me escapo unas horas a donde las carreteras están llenas de estiercol.
Siempre acabo saliendo de mi lata en uno de esos sencillos lugares llenos de hierbas altas y donde llueve con frecuencia. Los árboles son frondosos y altos.
Cuando hace sol casi no se ve brillar, salvo en el prado. Allí siempre está ella.
Perdido por ver vidas sin rumbo, ahogado en una sociedad drogadicta y enferma, hundido en la intransigencia y el egoismo de un montón de gente que si dejas por separado
difícilmente podría aspirar a ser una simple persona.
A la vaca nada de eso parece importarle.
Ella sabe algo.
Come la hierbas altas y se caga en ellas. Estoy seguro de que sabe que algún día la matarán para comérsela. No cree tener que hacer nada al respecto.
De momento comía hierbas con una masticación alargada que en nuestra vida turbopropulsada al más paciente exasperara.
Mi puñetero coche. Mis piernas trencas de enfermo social, el cruce de caminos, los árboles, el prado, y la vaca, que lo sabía todo.

Yo le decía a la vaca
- Pobre de ti, vaca. Vaca come vaca
Cuando venía el toro decía muu.
Cuando yo trataba de exaperarla no decía nada, sólo masticaba.
La muy puta lo sabía todo.
Todos mis delirios enfermos, mis noches sin dormir, mís días sin vida, mis ansias derramadas, el humo del tabaco, el aire que se me escapa,
la senectud que me amenaza y allí
la vaca.
Me enfade con ella por su serenidad inafectada.
Yo le decía a la vaca
- Sólo quieren tu leche de vaca.
y ella no decía nada, ni tampoco se callaba, como buena conspiradora que era solamente masticaba.
El hortera delirio de la retribución debida a la vaca que rumiaba.

Un día no pude más. Mi trabajo no lo aguantaba y la hipoteca la tenía impagada. Si el toro me cogía sabía que sería todo culpa de la vaca.
Y le di un empujón a esa enorme atontada. Un mal golpe de costado y se me cayó encima. Entonces si que mugió algo, pero yo no entendí el que.
Estoy sangrando, no puedo moverme. La maldita vaca hizo unos gestos con las piernas, se puso a cuatro patas y ni siquiera se fue, se quedó alli, pastando.
Mis huesos están rotos, el dolor es insoportable. Yo dije afectadamente - ¡Pide ayuda, vaca!
y ella no dijo nada.
Asi que fue la pataleta enrabietada la que me dejó medio muerto y solo a los pies de una vaca.