viernes, 12 de septiembre de 2008

El copyright (1): Querer cobrar por ¿pensar?


Origen

El copyright esa una de las mayores chorradas paridas por la industria de la cultura, que no debería ni siquiera existir como tal. Ya que industria y cultura son términos que no tienen conexión ni en una sociedad primitiva ni en una muy avanzada. Unos hacen bienes, otros piensan y desarrollan.
Ha sido un soberano lastre para la humanidad desde los tiempos de Gutemberg.
La sola idea de que la producción intelectual pueda tener dueño es contradictoria, y lo demostraré.
Sólo es admisible la autoría de la información, que por otra parte tampoco gusta mucho, ya que no se cobra y conlleva igualmente responsabilidad sobre la información, sobre si es correcta o incorrecta, bonita o fea.

La información quiere que la copien

Podríamos remontarnos a antes de la invención de la imprenta, cuando la gente copiaba los libros a mano en las bibliotecas de los monasterios, por ejemplo, y alguien hacía una copia de tercera generación (copia de la copia autorizada del original del monasterio) sin permiso. Teóricamente se le podía pillar y excomulgar por tener una copia no validada del libro, pero ya entonces había consciencia de que la información en su soporte no delata a su medio portador para fastidiarle, a no ser que se altere y se intoxique dicha información.

Éste es el método por el que se reduce la calidad de la información de los P2P: introduciendo información alterada o inservible, mal etiquetada, viral, defectuosa, o bulos. No es nada nuevo, podemos remontarnos a hace mil años cuando la iglesia católica hacía el papel de la SGAE o RIAA.

Gran cantidad de mentiras históricas, obras defectuosas o inservibles, textos científicos inútiles, negros, o hasta incluso pelis nuevas que luego las ves y son una porno se deben a cuestiones de este tipo. Intoxico la información ya que me la robas.
Desde las copias piratas del Quijote del XVII, de el que en teoría debía tener exclusividad un editor (como ahora), a la actualidad han cambiado muchas cosas, pero, sobre todo, una por encima de las demás.

La literalidad

Las obras intelectuales son cada vez, al aparecer medios más avanzados, más literales. Es decir, que encierran mucha más información dentro, que no coincide por casualidad, y hace a la obra muy diferente por creación (lo que no implica un mayor esfuerzo).
Comparamos por ejemplo una novela con una película. Es mucho más fácil apreciar que una película sea pirata que el que una novela sea un plagio. Un escrito es mucho menos literal que un audiovisual, y no hablemos ya de un programa de ordenador, que si no fuera totalmente literal no funcionaría.
Éste es un concepto muy vago y que formalmente podría no existir, pero el caso es que existe, y un cineasta con el mismo esfuerzo genera mucha más información que un escritor.Si la digitalizamos lo vemos: película de cine: 700Mb, novela tocha sin dibujos:700Kb, es posible que las dos obras digan lo mismo, o incluso más el libro.

Cualquiera podría haber tenido una filosofía similar a la de Platón, y haberla escrito en un libro. De hecho lo hicieron, antes y después de él. Conocemos los principios y es fácil llegar a las mismas conclusiones. Pero hacer Indiana Jones en busca del arca perdida igual plano por plano reproduciendo el aspecto de los actores por accidente sin estar copiando literalmente es improbable.

La tecnología de la información

No podemos olvidar que estamos hablando de información, y la informática es la tecnología de la información. El software de ordenador es lo que mejor ha sabido evolucionar de todo, ya que está en camino de superar todo este absurdo de las artes. Esto ocurre porque la información en soportes digitales tiende a ser muy íntegra (no se dispersa como se le caen las hojas a un libro, o cuando se cita a alguien vagamente), es compacta, ordenada y transmisible (es mucho más fácil enviar un fichero que coger un libro y copiarlo).

Normalmente la compilación de los programas en lugar de hacer scripts y la ofuscación del código objeto es lo que más ha ayudado a separar el liberar un programa de liberar el cómo funciona. Cada vez la innovación en software es un concepto más vago y parcial porque los programas son más complejos y llevan muchos más módulos que pertenecen a mucha gente distinta. Cada vez se vuelve más difícil mantener los programas si su código fuente, sus guiones, no están ampliamente disponibles.


El árbol de la información humana. Nada es nuevo, casi todo aporta algo.

Toda obra tiene influencia de obras anterioresLa invención del código del lenguaje ha aportado ésto al pensamiento humano: poder nutrirse de todo el anterior. Esto ha mejorado mucho con la escritura, y aún más con los medios audiovisuales. Incluso la interpretación de una obra es en si mismo una obra. Pero no vamos a pagar a todas nuestras fuentes de sabiduría, ya que no tendríamos poderes ni medios para desarrollar la nuestra.
Es como si Newton hubiera pagado un canon a Galileo para desarrollar la gravitación universal, absurdo. Si Newton se hizo tan importante por juntar teorías, ordenarlas, y hacerlas trabajar juntas, deberíamos poder hacerlo todos sin ser unos piratas.

Un desarrollo infinito

En fin, podemos reducirlo todo a que el pensamiento o la obra no tienen propietario, pueden tener autor, responsable de la obra y que saldrá en la bibliografía o similar, pero que no pretenderá cobrar por haber hecho lo que hacemos todos sentados en el retrete.

Por último, lo que hace que la información se haga merecedora de su nombre es el hecho de ser copiada, sin registro, peaje o marca de agua alguna. Debe ser transmitida.

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