domingo, 7 de septiembre de 2008

Adolescencia: La gloria más efímera y el dolor de parirse a uno mismo


Todos hemos pasado por ella, pero es un tema aparte para todos. Podemos decir que hay otra clase de relación con quién nos vio cuando estábamos así.

Nunca estamos orgullosos de como éramos en aquel momento, o no deberíamos, porque, desde luego nunca nadie ha sido nada ni hecho nada durante ese síndrome que no sea lo que le han hecho, ni siquiera permitido, ser.

Alejandra Vallejo-Nágera escribió un manual de instrucciones del adolescente (La edad del pavo, posteriormente popularizada por un anuncio de embutidos), para embalsamar a los padres en un patrón lógico de su supuesta tontería. Una lista de lo que quieren probar. Una lista de como se juntan y una lista de las cosas que están mal y todo el mundo hará con el orden en que lo hará para poder manipularle mejor para tener éxito. Bobadas, para listas que lean a Nick Hornby.

Un adolescente está lleno de vida y de miedo. Desea conocer los mecanismos secretos del éxito. Lleno de prejuicios vacuos que no se cree, no tardará en reconocer que esos mecanismos no son ningún secreto. Tardará mucho más en aceptarlo.
Su risa histérica pide desesperadamente un trasplante de sentido del humor.
Cree que está dormido, que no siente nada, y se sugestiona al él mismo, busca cosas y tiene emociones intensas.
Es incontrolable porque está en contacto con sus deseos, íntimos o caprichosos.
Acepta su desidia, ha dejado de jugar y quiere cosas grandes.
No quiere ser tirano pero usa su presencia y los golpes. No quiere ser prostituta pero usa su cuerpo y sus encantos. No tiene sabiduría pero siempre quiere decir algo. No tiene empatía pero siempre quiere y que le quieran.
Ser auténtico, adolescente, es un pulso contra la sociedad que no se acepta a si misma en sus pasiones e impulsos. Tal pulso no se puede ganar. Sólo se puede peder sin saña o perseverar hasta que la muñeca rompa.

Nuestros éxitos. Nuestras ilusiones.


Parece increible que alguien en esta situación tenga éxito en algo, de hecho, no lo tiene, al menos en algo que no sea una chorrada. Alguna vez se puede conseguir que acepte esforzarse, luego hay que darle las costosas recompensas que él no puede reclamar.
Puede que no haya recursos. Si esto ocurre la tragedia se adelanta. En seguida verá que los reyes no traen regalos. En seguida aceptará las leyes del diablo. Porque son verdad, porque cuadran, porque da gusto, porque no hay remordimientos. Es muy difícil hacerle ver beneficios en merecer para ser, en lugar de tener. Esto ocurre sobre todo si eres pobre en modelos de merecer para ser, que si encima eres pobre de dinero, ya puedes ir aflojando el culo.

Si no tienen ilusiones, los jóvenes mueren antes de tiempo. Y las ilusiones son de ilusos.
Es la contradición de que ilusión=empeño pero iluso=tonto del haba. Hipocresía.

* La hipocresía consiste en el derecho a contradecirse puntualmente cuando los intereses personales lo mandan. Lo contrario es ser coherente, jilipollas, o Ernesto Guevara, entre otros pardillos.


No quiero ser como tu


Alguien que sabe tanto de deseos y pasiones no puede aceptar la pulsión violada sin resistencia del adulto. Sólo ve gente que tiene más y gente que tiene menos, posición, cosas. No conoce los laberintos que llevan a ser, diferentes de los que llevan a tener, y con galerías comunes. Se pierde y no encuentra modelos que cuadren. Tiene que limitarse a modelos estéticos, porque sólo ve algo en las artes, y normalmente en las artes fáciles.

Porqué tengo tantas ganas de follar

Hay una explicación para esa pulsión, que encierra una encerrona social tremenda, por mucho que se diga que un adolescente se pone a meter escasamente sabiendo de donde vienen los niños.
Ese deseo tiene un motivo, claro y cristalino.
Estamos hechos para tener hijos como primera cosa que hacemos como adultos, no como una de las cosas intermedias o la última antes de convertirnos en ancianos. Repito, la naturaleza es sabia, la sociedad es reprimida, cuando quieres ser mayor lo primero es tener hijos, no pasa nada porque a abuelo o a abuela aún les funcione el aparato reproductor. Insisto, los mamíferos no mueren después de reproducirse, por lo menos ahora menos que nunca.

Los adolescentes no entienden qué les pide el cuerpo, y, o se lo toman como una sordidez, o como un juego, a veces como un juego peligroso. La sociedad es muy negacionista de la biología, que manda sobre todos los partidos políticos y los líderes (de hecho los acaba matando a todos). No se les permite aceptar que lo único que sienten es el impulso de tener hijos. Juegos de erotismo, tontos juegos institucionales de lo prohibido pero imprescindible. Es como el árbol que da la fruta dulce para que te la comas con la semilla y la sueltes por ahí con abono fresco y germinada. Deberías entender el porqué de que el árbol suelte fruta. No es el manzano del paraiso, que estaba para tocar los cojones, con Eva por ahí repartiendo droga.
Lo único de la sexualidad humana que es natural sin ser procreativo es la masturbación, lo que no es poco.
Es consecuencia de que cuando hemos aprendido como especie a manipular objetos, al mismo tiempo hemos aprendido la función de manipularnos a nosotros mismos, física e intelectualmente.
Naturalmente esto los adolescentes lo comprenden enseguida.


Hazme caso o el gatito muere

Cuando se vive esta gran aventura anal que consiste en sacarse a uno mismo del culo es muy difícil tener algo que ofrecer para recibir algo de atención a cambio. La solución más socorrida es recurrir a la infinita capacidad para molestar que puede tener alguien frustrado, perdido, y tocado de cojones.
No hay límite en esto, ya que un adolescente tiene una tendencia muy acusada al individualismo y observar el mundo como un caso aparte que esconde trás una coraza gregaria altamente risible.
Esto incluye la destrucción de cosas y personas en general, e, inclusive, la autodestrucción.

Existen dos variantes en las tendencias suicidas, una es la llamada de la atención, y la otra es el planteamiento de si la vida mereza la pena ser vivida antes de empezar a esforzarse por vivirla.

Una persona que está sufriendo debe hacerse consciente de lo que pide y pedirlo sin exigir, fácil de decir, no de hacer.
Vive en una atmósfera podrida de no creer en el esquema de la realidad, que puede deberse a una falta de estímulos. O al conflicto trascendental de la conciencia de la mortalidad.
Normalmente alguien que está en esas situaciones encuentra la atención y compresión bastante vacuas y patéticas, y es difícil que se establezca un diálogo completo cuando se trata de prestarle atención. Todo se dice reducirse a intentar que el depresivo encuentre algo por lo que vivir. Esto es estúpido e intrascendente como la vida misma, pero se trata de que la persona hundida se acepte y comience a tener actividad física o mental no destructiva.
No es útil oir horas y horas a alguien hundido divagar, eso no ha salvado a nadie, y, a veces es hasta contagioso.
Debe ser aceptado como legítimo el debate de considerar si la vida merece la pena ser vivida.
Se debe aceptar no tener que ser feliz, ya que la felicidad es la chorrada más grande parida. La felicidad es heroína o similares; es la falta de necesidad de hacer algo en absoluto. Es la muerte térmica del pequeño universo interior.
Después de todo, se es adolescente para superar el dolor de que las cosas no cuadran.

No hay motivos, no son necesarios.

La bola no es consciente de ser redonda, aunque sea una bola que sepa masturbarse.

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