domingo, 23 de mayo de 2010

Internet: Anoche soñé que tenía un producto tangible

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domingo, 24 de enero de 2010

Veintegenarios europeos: La información nos hará tontos

La gente de veintitantos siempre ha sido la próxima esperanza del mundo. Siempre potencialmente a punto de hacer de todo, siempre con revoluciones y siempre a la expectativa.
Los jóvenes siempre con sus guerras instigadas por los mandones mayores, a matar o morir, eliminando lo que sobra, aunque con frecuencia sea nosotros mismos. Mostramos la naturaleza cruel de la naturaleza.
Las jóvenes, tranquilas, juntando cosas y dejando que la selección natural haga su trabajo, para sacar adelante la próxima generación de muñecos en blanco.

Ahora hemos cambiado, y quien sabe por cuanto tiempo continuará el status quo de imágenes de tv, ordenador, desidia, sociabilidad de drogas caras, abundante comida y poco trabajo.

Conocemos los mecanismos del poder y tenemos tanta información que podemos ver cristalinamente las mentiras de la historia. Conocerlo no nos hace poder cambiarlo y nos planteamos que es natural, que no puede ser de otra manera, y no, no puede. Antes se canturreaban cancioncillas transgresorillas, ahora podemos ver en internet más o menos la realidad de las cosas contrastando, a pesar del buscador Boomer y sus oportunas reclasificaciones de información, que, de la poca chispa que tenemos, es posible que ni sean necesarias y ni existan.

Ya casi ni aprendemos a mentir y a quedar bien como para hacer política. Las juventudes de partidos políticos se vacían poco a poco y los que están se guardan mucho de decir que no creen en los reyes magos porque quieren regalos. Ahora como mucho hacemos unos pocos arreglos sociales con los que ni le crecería la nariz a Pinocho presidente.

No hemos vivido una guerra, únicamente sabemos que no queremos vivirla. Nos guardamos mucho de meternos en esas chorradas y no dejaremos que nadie use nuestras maltrechas ganas de correr en vender material y tratados. Si nos aburrimos tenemos peleas poligoneras pero no vemos peligro porque de todas formas somos demasiado vagos.
 Somos tan vagos que si queremos hacer ejercicio vamos al gimnasio en lugar de buscarnos un trabajo físico o ir al monte de cachondeo. Y cada día hay más fútbol en la tele y menos niños en la calle jugándolo.

Mirando cosas por ahí adelante vemos los modelos de siempre de gente que sale adelante sin esfuerzo y se forra y gente que trabaja y no progresa, y como no progresa trabaja todo lo mal que puede y sin ilusión, lo que impregna todos los objetos fabricados que tenemos; feos plasticosos, poco ergonómicos, de escasa durabilidad, y que se acaban rompiendo. Así son nuestras ilusiones, como lámparas de plástico de Pikea que se derriten con una bombilla de demasiados watios.
Ante la perspectiva de escoger papel en semejante historia no tenemos ni siquiera la ilusión de que podamos acceder al mejor.
Ya no queremos que papá nos compre un buen trabajo y mamá una buena mujer. Que se gasten mucho menos en dejarnos en el sillón con nuestra comida artificial que parece que nunca hubiera formado parte de un ser vivo.

Nuestra educación es cada vez más informal y cada vez más cara. Ya no es un factor diferencial que valga la pena comprar. No es un título, porque la palabra ya no tiene el sentido original que es como una medalla de guerra dotada con una pensión vitalicia. Como ahora todo está en internet, tenemos que sacar tiempo de la pantomima del colegio y la universidad, que están para tenernos ocupados y crear cohesión social, para aprender cosas. Hace mucho que se sabe que el conocimiento gratuito y libre no crea revoluciones sinó más bien todo lo contrario, lo que somos ahora.
Hace siglos que en la parte más tranqui del mundo hay bibliotecas públicas. No es que todo fuera tan diferente antes que te hacías marxista porque después del tochón del capital no te quedaban ganas de tragarte la barra de pan de Adam Smith. Es simplemente que ahora con internet picoteamos de todo y un poquito a diario, después de nuestros 10 minutitos de gloría pornográfica, ahora gratuita. Como dormir, que también es gratis y le gusta todo el mundo.

Reproducirse. ¿No se suponía que el sexo era para eso?  Para que nos apeteciera. Son conceptos que toman caminos de conceptualización social tan divergentes que ahora podemos tener a un niño de unos 11 años consumidor habitual de porno y que saca muy buenas notas en naturales en el cole y que si le hablas en ese tono que trata de estimular su madurez puede que diga: ¡Los niños se hacen follando! Vaya, ni me había fijado, no será así siempre ¿No?

Nuestro mayores llegan a pensar, indignados, que a alguna gente no se le debería permitir tener hijos (por su poca aptitud, falta de dinero, bla bla bla) ignorando que la reproducción no es un proceso social, sinó fisiológico.
Y luego tenemos a la iglesia, intentando desesperadamente mantener el morbo, la culpabilidad, y que el aborto se mantenga siendo una aventura corriendo sobre cuchillas, como el aborto de antes, el tradicional.

Ya ni nos fabricamos ni nuestro propio Dios humano, introspectivo, y con reglas que hay que cumplir. El que es vengativo, como tú mismo, cuando no le haces caso, y que en la trascendencia te premia con algo mejor que un instante de tiempo que es tu vida. Sabemos que cuando rezas, simplemente te estás rezando a ti mismo. Así que lo obviamos, todo.
Las religiones tradicionales son una etiqueta chic para tu espíritu bañado en desinfectante de hospital que no corre riesgo de infección por unos aprovechados movedores de mitos.

Ni esperanzas de posguerra y malos tiempos que se volverán mejores. Ni tiempos de dictadura que se volverán libertad para disfrutar a tope insultándonos en plan parlamentario y llenándonos la boca.
Volamos libres en nuestros sueños de 10 horas al día por encima de todo eso.

Lo que hay inmediatamente ahora es falta de trabajo y oportunidades para desempeñar los oficios tradicionales que hemos aprendido en la fp y la universidad. Esperamos un nivel de vida irreal en el que cada pareja debe comprarse una casa y que la hereden sus hijos. Todo esto como si, manteniéndose el nivel de la población constante, hicieran falta más casas, como si la gente no se muriera y las dejara libres.
Tenemos unas expectativas que caen, del desarrollismo y la época del Baby Boom. Época de la cual sólo quedan nuestros padres que envejecen y fábricas obsoletas que cierran poco a poco por la legislación laboral garantista que garantiza nuestro paro a razón de 45 días por año dormidos en nuestro sillón. Y es que en los trabajos basura no salen a veces las cuentas ni para desplazamientos, mucho menos para independizarse

Veintegenarios. Ni pacifistas ni guerrilleros, ni aprendemos ni nos pagarán por haberlo hecho (es tan barato).
Ni vicios ni virtudes, ni caseros ni inquilinos. Nuestros proyectos duran de la hora del café a la cerveza de antes de cenar. Nos vemos mañana, que mis padres me esperan para cenar. Ya hablamos por internet.

viernes, 1 de enero de 2010

Sistema fiduciario: No quiero tu dinero, lo imprimo yo

El número con coma fija de dos decimales que caracteriza las cosas. El que se paga, el que se cobra, y la plusvalía.
Lo que mueve la fuerza de trabajo, lo que hace posible o imposible un proyecto.
Lo que pesa al volar el sudor y la diferencia entre ser amo o esclavo.
Lo que odia el anacoreta por su poder.
Lo que quiere el ambicioso por su poder.
La razón por la que te prostituyes.
Tu dignidad, tu tiempo de vida.
Tu salud y tu mortaja.

Se imprimen en una imprenta, o, directamente, en mucho más de un 90%, no existen como materia, son un valor numérico de coma fija de dos decimales que viajan de ordenador de banco en banco, electrones que circulan por un cable de par trenzado, tramas de red. También son la polarización de una serie de microcristales, partículas magnéticas, o la carga eléctrica de una matriz de condensadores que dicen lo que tienes, lo que tendrás o lo que tu eres libre de hacer.
Conocer como se guarda el bien y el mal y que hay un bit que dice si los números son azules o rojos, CRCs aparte, es perderle el respeto. Sin duda es mucho más sexy y ancestral hacer trabajo de artesanía para duplicar los dibujos y la textura de las estampitas y luego distribuirlas con ánimo de lucro.

El dinero es uno de los conceptos más humanamente cuantitativos que podemos imaginar.
El dinero no se come, el dinero no trabaja, el dinero proporciona muy poca energía cuando se quema.
Cuando los humanistas dijeron que el hombre era la medida de todas las cosas dieron en que ya se había previsto algo con ese objetivo, el de medir el valor y el bien, los bienes.
Cuando se dice que un hombre es valiente o trabajador, no se sabe muy bien lo que se está diciendo, no se le puede medir el alma, son conceptos vagos, no certificables, sujetos a comparaciones analógicas entre unos niveles que son como escalones de humo, que se hunden en cuanto apoyas el pie.
Pero lo que si es sólido es edificar una enorme caja fuerte con enormes muros que parecen cobijar un reactor nuclear para guardar unos papeles o un metal cuya principal funcionalidad es su maleabilidad y ductilidad (no leyendas urbanas como que es el más estable, más resistente a los ácidos, ni siquiera es el mejor conductor eléctrico en condiciones normales, es la plata). Hablamos por supuesto de eso que brilla como la pirita pero es bastante menos útil y más escaso, por suerte: el oro.
Tenemos una manera curiosa de asignar valor a las cosas. Por ejemplo, la moneda de Norton I, el único emperador que ha tenido Estados Unidos, tenía un valor facial habitual de 10 dólares, que eran intercambiados no en patrón oro ante nuestros escojonados estadounidenses contemporáneos, sinó por bienes tales como comida y bebida. Hoy es un objeto de coleccionismo en el que cada billete tiene un valor desorbitado.
Si tenemos la capacidad de esperar a que la gente se muera para asignar valor a sus cosas, también podemos llegar mucho más lejos. Podemos incluso crear naciones subdesarrolladas para explotarlas, o incluso, llegando ya al límite de lo tétrico, crear fundaciones para explotar la pena que estas naciones dan a la gente que le excita fingir ser solidaria.

Nuestro amor por el dinero y la riqueza es como cualquier otro amor que hayamos podido tener. Egoista disfrazado de orden. Impotente disfrazado de castúo. Despierta tu calor. Te hace sentir envidia por ese inocente e insano loco borracho que se enamoró de una botella y nunca es abandonado.

Sin embargo hay más que poesía de penetración y orgasmo en esta historia, ya que si niegas el dinero él te expulsará y acabarás pasando frío, o serás un adorable e irreductible parásito social, rey Midas, que todo lo que comes se convertirá en heces.

No se puede llegar muy lejos en la historia más cara jamás contada sin mencionar a los inventores de la deuda que desde entonces han sido condenados a ser amado por los dueños del dinero y odiados por los poseidos del dinero.
Hace mucho tiempo un disidente que volcó los puestos del centro comercial fue detenido por la winterpol y condenado a muerte por terrorismo emocional, no sin antes vender los derechos del guión de la película en dos partes. Por desgracia la industria hizo un uso demasiado prolífico de los efectos especiales y el irregular producto resultante quedó condenado a ser repuesto semana santa tras semana santa en la televisión.
Lo cierto es que muchos les envidiaron como los inventores de la herramienta humana más chachi de la historia.

¿Como inventar algo tan importante como la viruta, pasta, pelas, guita, parné, tela, Bisa, Masturbar? Simple.

- Hay que ser un grupo cerrado con una reglamentación interna implacable.
- Hay que parecer poca cosa, que no se le tenga a uno mucho en cuenta, la idea no es ser humilde, la idea es ser tan listo como para parecer tonto.
- Hay que moverse mucho, es decir, que si haces circular los palillos planos como si fuera cocaina, te forrarás vendiendo palillos planos.

Así que si alguien quiere revolucionar, así, de tranqui, la historia de la humanidad, ya he propuesto un par de ideas refrescantes. Yo comprendo que lo de Kristoff está demasidado fresco, pero en solamente un par de meses ya podeis criar unas barbas imprescindibles para todo buen revolucionario, no como la oratoria y esas chorradas.

Algunas ideas más:

- Conseguir que la gente pague por masturbarse.

- Hacer que los ateos se agrupen en una iglesia, CREAN firmemente que Dios no existe, y, sobre todo, que paguen la oblata.

- Cobrar a la gente un impuesto sobre las partes del cuerpo de las que no carece.

- Dar un vuelco al sistema monetario utilizado algún objeto inútil, pero físico y no fácilmente duplicable como moneda. Una buena oportunidad para hacer esto es ante el aireamiento de una ida de olla del sistema de banca electrónica de las que ocurren habitualmente sin que nadie se entere. Como podeis comprobar acabo de inventar el comercio de arte y me siento orgulloso de ello.

- Inventarse una enfermedad ficiticia en cuyos síntomas todo el mundo pudiera encajar y vender la cura. Más vale ($) curar que prevenir.

No te voy a vender la planta del dinero (dinero para mi). Aunque todas las chorradas que te cuento aquí van mucho en la línea del sueño norteamericano. Debo decir, sin embargo, que me asusta un poco hablar de una cosa tan importante como el dinero, esto no es un tabú tonto como hablar de Dios, el sexo, o la muerte. Esto es algo que está relacionado con  las verdadera naturaleza de las cosas y de la humanidad.

Esto es de lo que trata realmente la Historia.

El blog abandonado


Hace varios meses que tengo este blog muy abandonado. Podría poner muchas excusas, pero lo que hay es únicamente desidia, respecto a lo que digo, mi alma, y mi cuerpo.
La sensación de hablar al vacío y la chaladura de oir el eco viniendo de ese mismo vacío tampoco anima mucho.

Querer retomar este churro como propósito de año nuevo no sólo es ingenuo, es una verdadera chorrada, pero con todas las que digo o hago supongo que no se notará mucho.
De hecho, el atrancamiento definivo se ha producido con la serie "Ganando pasta". La tenía pensado usar para soltar el rollo en 2009 y, de ella escasamente he rellenado la mitad de entradas.

Cuando me puse a hablar del sistema fiduciario tenía en la cabeza la idea de que el valor de las monedas no esta respaldado por nada excepto por la gente; y que, aún más, la propia posesión del dinero está sometida al impuesto más implacable, la inflación, y todo ese temor que se impone sobre la la posibilidad de que haya deflación...
En fin, todos esos mitos que colocan al dinero como el centro del mundo.

Ver como los negocios cascan y a la gente quedándose en paro, aceptando curros de mierda de esos que alguien tiene que hacerlos hasta que inventen la puta máquina no solamente ha restado la mayor parte del escepticismo que tenia sobre el sistema monetario, sinó que además lo he llegado a ver natural por lo cabrón que es.
Esto es una consecuencia de mi educación absurda sadomaso en la que siempre me ha parecido que más que aprender cosas se trataba educar a todo el mundo respecto a verme a mí. Una perspectiva tan burra y parcial desde luego no es muy normal, ni sana.
Si criar cuervos parece de locos imagínate ser uno, aunque no se sea uno muy ingenuo.

Este estado mental con tanta mala baba y ganas de hacer el mal, a la par que deseo de ganarse el respeto por el miedo, me permite afrontar el hablar sobre el dinero con la perspectiva perfecta. Y es que en 2009 todos se han cabreado mucho y están muy jodidos, y, lo que es más, el dinero está por encima del bien y el mal, y lo estará.

Dicen que que la ignorancia es la felicidad. Así que os deseo un 2010 de ignorancia. Que la tontería llene vuestros corazones, que seais inocentes. Que disfruteis eróticamente de todo sin necesidad de hacer nada útil, que seais muy egoistas pidiendo amor pero que nadie se de cuenta y así os quieran mucho.

Feliz 2010.