viernes, 1 de enero de 2010

Sistema fiduciario: No quiero tu dinero, lo imprimo yo

El número con coma fija de dos decimales que caracteriza las cosas. El que se paga, el que se cobra, y la plusvalía.
Lo que mueve la fuerza de trabajo, lo que hace posible o imposible un proyecto.
Lo que pesa al volar el sudor y la diferencia entre ser amo o esclavo.
Lo que odia el anacoreta por su poder.
Lo que quiere el ambicioso por su poder.
La razón por la que te prostituyes.
Tu dignidad, tu tiempo de vida.
Tu salud y tu mortaja.

Se imprimen en una imprenta, o, directamente, en mucho más de un 90%, no existen como materia, son un valor numérico de coma fija de dos decimales que viajan de ordenador de banco en banco, electrones que circulan por un cable de par trenzado, tramas de red. También son la polarización de una serie de microcristales, partículas magnéticas, o la carga eléctrica de una matriz de condensadores que dicen lo que tienes, lo que tendrás o lo que tu eres libre de hacer.
Conocer como se guarda el bien y el mal y que hay un bit que dice si los números son azules o rojos, CRCs aparte, es perderle el respeto. Sin duda es mucho más sexy y ancestral hacer trabajo de artesanía para duplicar los dibujos y la textura de las estampitas y luego distribuirlas con ánimo de lucro.

El dinero es uno de los conceptos más humanamente cuantitativos que podemos imaginar.
El dinero no se come, el dinero no trabaja, el dinero proporciona muy poca energía cuando se quema.
Cuando los humanistas dijeron que el hombre era la medida de todas las cosas dieron en que ya se había previsto algo con ese objetivo, el de medir el valor y el bien, los bienes.
Cuando se dice que un hombre es valiente o trabajador, no se sabe muy bien lo que se está diciendo, no se le puede medir el alma, son conceptos vagos, no certificables, sujetos a comparaciones analógicas entre unos niveles que son como escalones de humo, que se hunden en cuanto apoyas el pie.
Pero lo que si es sólido es edificar una enorme caja fuerte con enormes muros que parecen cobijar un reactor nuclear para guardar unos papeles o un metal cuya principal funcionalidad es su maleabilidad y ductilidad (no leyendas urbanas como que es el más estable, más resistente a los ácidos, ni siquiera es el mejor conductor eléctrico en condiciones normales, es la plata). Hablamos por supuesto de eso que brilla como la pirita pero es bastante menos útil y más escaso, por suerte: el oro.
Tenemos una manera curiosa de asignar valor a las cosas. Por ejemplo, la moneda de Norton I, el único emperador que ha tenido Estados Unidos, tenía un valor facial habitual de 10 dólares, que eran intercambiados no en patrón oro ante nuestros escojonados estadounidenses contemporáneos, sinó por bienes tales como comida y bebida. Hoy es un objeto de coleccionismo en el que cada billete tiene un valor desorbitado.
Si tenemos la capacidad de esperar a que la gente se muera para asignar valor a sus cosas, también podemos llegar mucho más lejos. Podemos incluso crear naciones subdesarrolladas para explotarlas, o incluso, llegando ya al límite de lo tétrico, crear fundaciones para explotar la pena que estas naciones dan a la gente que le excita fingir ser solidaria.

Nuestro amor por el dinero y la riqueza es como cualquier otro amor que hayamos podido tener. Egoista disfrazado de orden. Impotente disfrazado de castúo. Despierta tu calor. Te hace sentir envidia por ese inocente e insano loco borracho que se enamoró de una botella y nunca es abandonado.

Sin embargo hay más que poesía de penetración y orgasmo en esta historia, ya que si niegas el dinero él te expulsará y acabarás pasando frío, o serás un adorable e irreductible parásito social, rey Midas, que todo lo que comes se convertirá en heces.

No se puede llegar muy lejos en la historia más cara jamás contada sin mencionar a los inventores de la deuda que desde entonces han sido condenados a ser amado por los dueños del dinero y odiados por los poseidos del dinero.
Hace mucho tiempo un disidente que volcó los puestos del centro comercial fue detenido por la winterpol y condenado a muerte por terrorismo emocional, no sin antes vender los derechos del guión de la película en dos partes. Por desgracia la industria hizo un uso demasiado prolífico de los efectos especiales y el irregular producto resultante quedó condenado a ser repuesto semana santa tras semana santa en la televisión.
Lo cierto es que muchos les envidiaron como los inventores de la herramienta humana más chachi de la historia.

¿Como inventar algo tan importante como la viruta, pasta, pelas, guita, parné, tela, Bisa, Masturbar? Simple.

- Hay que ser un grupo cerrado con una reglamentación interna implacable.
- Hay que parecer poca cosa, que no se le tenga a uno mucho en cuenta, la idea no es ser humilde, la idea es ser tan listo como para parecer tonto.
- Hay que moverse mucho, es decir, que si haces circular los palillos planos como si fuera cocaina, te forrarás vendiendo palillos planos.

Así que si alguien quiere revolucionar, así, de tranqui, la historia de la humanidad, ya he propuesto un par de ideas refrescantes. Yo comprendo que lo de Kristoff está demasidado fresco, pero en solamente un par de meses ya podeis criar unas barbas imprescindibles para todo buen revolucionario, no como la oratoria y esas chorradas.

Algunas ideas más:

- Conseguir que la gente pague por masturbarse.

- Hacer que los ateos se agrupen en una iglesia, CREAN firmemente que Dios no existe, y, sobre todo, que paguen la oblata.

- Cobrar a la gente un impuesto sobre las partes del cuerpo de las que no carece.

- Dar un vuelco al sistema monetario utilizado algún objeto inútil, pero físico y no fácilmente duplicable como moneda. Una buena oportunidad para hacer esto es ante el aireamiento de una ida de olla del sistema de banca electrónica de las que ocurren habitualmente sin que nadie se entere. Como podeis comprobar acabo de inventar el comercio de arte y me siento orgulloso de ello.

- Inventarse una enfermedad ficiticia en cuyos síntomas todo el mundo pudiera encajar y vender la cura. Más vale ($) curar que prevenir.

No te voy a vender la planta del dinero (dinero para mi). Aunque todas las chorradas que te cuento aquí van mucho en la línea del sueño norteamericano. Debo decir, sin embargo, que me asusta un poco hablar de una cosa tan importante como el dinero, esto no es un tabú tonto como hablar de Dios, el sexo, o la muerte. Esto es algo que está relacionado con  las verdadera naturaleza de las cosas y de la humanidad.

Esto es de lo que trata realmente la Historia.

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