domingo, 31 de agosto de 2008

Las conspiración de las drogas


La cultura popular las pone por los suelos. La cultura hedonista las idolatra.

No necesitamos toda nuestra capacidad cerebral para lo que hacemos en nuestra vida y al mismo tiempo necesitamos nuevas experiencias. Bob Dylan lo interpretó muy bien. "Hombre de la pandereta/canta una canción para mi/que no tengo sueño/y no voy a ninguna parte". Nadie se cansará de citarlo.

La admiración pasiva más profunda de las intimidades de nuestra mente. La energía que nos proporciona y el bajón que sigue es un ciclo que nos hace sentir en movimiento. Y es que siempre han estado y estarán ahí.

Sólo hay una manera de conocerlas para saber como son y que hacen. Probarlas.
Los efectos de las drogas son uno de esos secretos populares tales como la manera de lograr, cuando eres hombre, tener sexo con quien te apetece cuando quieras, porque ya saben que sí quieres. Los motivos y pasiones humanas son sobradamente conocidos por todos, y, sobre todo, los más bajos, que son las que primero vemos y escondemos.

Todos sabemos que deterioran nuestra salud, no sabemos muy bien en que medida y a que plazo. Pero como persona joven, o no, todo apunta a que sus efectos secundarios se exageran por los poderes mediáticos. Es un placer que pretenden negarnos como nos censuran el sexo natural, comer lo que deseamos comer, o en general hacer lo que nos apetece cuando queremos. Todo una cínica y frustrante negación del hedonismo.

Están segmentadas, unas son baratas, y otras, caras. Unas para ricos, otras para pobres.
Propio de drogas baratas es no saber exactamente qué es lo que tomas. Habitual en drogas caras es ser productos naturales concentrados hasta proporcionar unos efectos intensos y plenos.
Unas dan energía, otras proporcionan introspección, o alucinaciones lúcidas que juntan el percibir e imaginar. Pueden mejorar nuestra percepción social, gregaria.
Pueden eliminar el dolor y hacen sentir placer.
El cerebro tiene una cantidad limitada de placer para proporcionarte que te va dosificando para que mantengas tu deseo de vivir. Así que, aceptando que querer vivir es en si mismo una droga, haremos trampa, y conseguiremos más placer químico para nuestro organismo, o pensaremos como nuestra imaginación no se atreve a pensar.

La realidad es es que la droga no es tan poética ni inteligente. La venden, la hay, quieres probar cosas, la pruebas y la tomas. Hay muchos efectos a elegir.
La otra puta realidad es que nadie te va a pagar por las neuronas que matas con las drogas que compras. Es decir, todo se vuelve pagar, a no ser que seas lo bastante osado y la vendas.

Droga puede considerarse sinónimo de fármaco.
Como hemos dicho, incluso el deseo mismo de vivir es una droga, así que nos planteamos:
¿Por qué unas son ilegales y otras no?

La conspiración (que no es tal. Es sólo EL ORDEN)


Las drogas ilegales y segmentadas son una función básica del orden social. Probablemente, cuanto menos gregario o social seas, menos necesidad sentirás de utilizarlas. De hecho, la paranoia aquímica es algo que se produce con frecuencia en individuos asociales, es decir, que su cabeza ya se droga sola sin ayuda.

Centrémonos claramente en los ejemplos clave.

Hachís, marihuana y las izquierdas.


Los izquierdosos son agitadores y críticos con el sistema monetario. Se preguntan por que lo que hay no puede ser para todos y por que todo no es barato para que haya un intercambio de bienes y servicios más activo.
Les daremos porros, que tranquilizan, y vuelven a la gente pasiva y dócil, sin tanta necesidad de pensar, y se los daremos caros, porque serán ilegales, y así aprenderán que lo bueno cuesta caro. Montaremos lo imposible para dar valor añadido a algo que es una mala hierba hermana del lino que crece en cualquier sitio donce hace sol y calor. Por si acaso aún creen en algo, los adulteraremos con potenciadores y se los venderemos introduciéndolos en el pais metidos en el culo de personas de una raza distinta a la de ellos, y así se vuelven racistas.

Cocaína y el éxito capitalista.


La cocaína es muy cara, pero no importa porque hay dinero, así que les daremos energía vital pura en un sedoso polvo blanco anestésico. A los pobres les timaremos vendiéndoles pobres variantes desconcentradas. Cada vez podrán tolerar más pero el dinero no se acaba, no pasa nada, sólo que se distraen de conseguir más. Es un importante potenciador del hedonismo y que da una sobreagresividad que te permitirá evitar que todo el dinero se concentre en ellos, así se ayuda a mejorar la distribución de la riqueza.

Alucinógenos y los artistas.


No puedes estrujarte siempre pensando en mejorar el arte. En hacer que se parezca más a la idea humana que hemos creado de Dios. En hacer una belleza más profunda y trabajar duro en ello. Hay que tener una divergencia loca y fácil, que haga que el arte sea dar vueltas sin sentido concreto alrededor de las ideas clásicas, mancillándolas o volviendolas locas. Loco y artista. Lo mejor es experiencias profundas y artificiales, no novedosas pero que introspectivamente parece que funcionan. No necesitamos artistas complejos, que se den un viajecito. Eso si, les dejaremos decir que es arte y que no, porque sinó...

Antidepresivos, somníferos y la persona que pasa mucho tiempo en casa.

Los antidepresivos ayudan a no necesitar estímulos para sentirse bien. Los somníferos ayudan a dormir sin estar cansado por la actividad extrahogareña.

Alcohol, tabaco y el trabajador o estudiante.

Este es el apartado más difícil.
Podemos decir que estos son productos que más mantienen al individuo operativo para el trabajo y proporcionan o evasión o una pequeña ración de placentera tranquilidad.
Su consumo sigue horarios. Noche de borrachera, hora del pitillo. Si te sales de ahí, te etiquetarán de patológico y te tacharán de inútil.
Halagan el paladar con mil sabores y variedades, facilitando el consumo ritual. Son legales para el que tiene cosas legales y útiles que hacer.
Sorprendentemente invertimos bastante dinero en ellas, al ser un gasto blanco.

Heroina (R) (* de Bayer) y la chusma.

La droga extradura, y las formas duras de consumo, sobre todo, con agujas y jeringuillas, que asustan a todo aquel que se siente sano por el miedo a la enfermedad, sirven para suprimir sectores sociales inútiles o muy incómodos para el resto. Permiten dar un objetivo vital fácil y claro a aquel que no tiene ninguno en absoluto: pillar y drogarse. Deterioran el cuerpo lo bastante rápido como para evitar que la curva de caida del drogadicto no sea sutil como la de nuestro izquierdoso porrero. Necesitamos izquierdosos más o menos algo activos durante un tiempo, antes de adquirir Know-how (saber como lograr las cosas), pero los hippies o extremopunk (negacionistas del todo en vez de críticos) sólo absorben ciudadanos para no hacer nada.
Aunque esta droga es muy placentera, una vez tenemos el sector-ahora-basura a la vista y deteriorado, es muy difícil que otras fases sociales más altas en el escalafón quieran meterse ahí.
Por eso, esta droga tiene más exito al principio de meterla en el escalafón social que quieres suprimir, ya que luego aparecen los yonkitos hechos polvo y pierde glamour, oportunamente, cuando ya ha hecho su trabajo.

Nota del autor: En el momento de añadir las imágenes, es notable que casi todas las útiles que he encontrado para ilustrar son de las típicas páginas antidronga, excepto las más sutiles. Cada uno que saque su propia conclusión ¿contradictorio?

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