miércoles, 6 de agosto de 2008

El borracho en la jungla


Ésta es una lectura señalada con una consistente frecuencia que de una manera u otra acaba llegando a tus manos. La manera más fea, probablemente, como lectura recomendada de colegio o algo así; la más bonita, como una reseña de un "libro prohibido" que le da un morbo al que
a un adolescente de lo que sea no se puede resistir.

"El guardián entre el centeno", título original "The catcher in the rye" (hago notar la ambigüedad semántica de catcher) es una novela sobre la travesura de tener de todo y no tener nada que hacer.

El argumento es simple y el modo narrativo también. En cuanto a lo segundo, un basto estilo directo que atrapa por su verosimilitud. El argumento es "La escapada remolona de un adolescente con dinero encima tras ser expulsado por tercera vez de un colegio de pago. El joven sin horizonte, Holden, se gastará toda la pasta en su propia ciudad, Nueva York, hasta reunir una carga de hedonismo concentrado que le permita enfrentarse a la regañina blanda de sus padres".

Ir siempre borracho es la anestesia que a un niño con cuerpo grande permite enfrentarse a los vicios grandes y a las ostias del submundo. El alcohol es una droga que todos conocemos, y que nos imaginamos que debe servir en principio para el abundante uso que hace este joven que desea conocer el hedonismo que nosotros consumimos embotellado y plastificado.
Sin embargo, este anestésico que nos hace ser como nosotros mismos (torpes, maleducados, caprichosos, vitales y depresivos en secuencia) se suele quedar como uso social con nosotros toda nuestra vida. Parece como si esperaramos volver a cuestionar y escapar con red, algo que nunca haremos, pero si es posible que acabemos alcohólicos. Algo que este niño asustado anestesiado sin duda no es.

La rabia violenta que el deseo de fecundar a su amada le proporciona es una de sus pulsiones más poderosas. Como para todos, la rabia es veneno, y la satisfacción de las pasiones llegan de la manera más desapasionada. No podemos evitar sentir más compasión por él como putero apaleado en la primera experiencia que por pasarse encerrado a presión dentro de su bragueta cuando está con su novia.
A todos nos ha reventado, sin embargo, que el maricón, con paga de papá pero que le valdría a un funcionario jubilado, sea pelado (no me entendáis mal, me refiero a de dinero) por la mujer por la que sentimos un apego instintivo, y a la que nuestro aparato reproductor ha dedicado litros de esperma. Mientras tanto, nosotros, apaleados, nos vemos obligados a ostiar en la cara a nuestro amiguito, futuro bebedor de vino de brick a pelo.
Luego nos vemos obligados a ir con putas profesionales (a iniciativa propia,cuanto más joven, más hinchados los cojones).
Con el paso de los años, nuestras amiguitas del día a día nos acabarán dando su número de batalla (lo que en la época del libro sería un escueto salgo por). Que ya nuestro satisfecho amigo irá conociendo los perfumes del divorcio y del Vino Don Simón a pelo en el hotel del millón de estrellas.

El último y primer, llámalo necesidad, llámalo valor, el de la familia. Con unos padres que, por estatuto, nos vemos obligados a no aceptar. Nuestra adorada hermana, siendo niña, por joven, sabia. Ella sería la que nos traería helado de fresa al infierno, en un termo de fibra de algodón, quemado.

Este libro es lo bastante bueno como para que lo recuerdes completamente borracho. No como las ideologías políticas y las clases de ética. Acuérdate siempre de quién te ha mandado a éste libro.

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